Nuestra amiga Livia
Nuestra amiga Livia
En Aluxes tenemos la fortuna de contar con embajadores, es decir, ejemplares de una especie que nos permiten ofrecer una visión nueva para muchas personas, que nos dan la oportunidad de realizar educación ambiental y concientizar a las personas que nos visitan.
Uno de ellos es Livia, una Boa constrictor de 5 años que actualmente mide 1.37 metros y tiene un carácter bastante tolerante hacia las personas. Livia permite ser tocada y manipulada; esto ayuda a los niños a entender un punto muy importante: que los animales, las serpientes, no son malas y que muchas veces el miedo que se preserva de generación en generación viene de una mala experiencia o bien del desconocimiento total de estos seres.
Las boas son controladoras biológicas de plagas y es importante destacar que no poseen veneno; suelen comer ratones, ratas, tusas, cereques e incluso venados (de allí su nombre en algunos lugares de “come venado”). No obstante, se les ha visto también comiendo huevos, pequeños reptiles, pájaros y murciélagos. Estos seres evitan que las poblaciones de animales crezcan desmedidamente ocasionando un daño y desbalance en el ecosistema; igualmente, son parte de la cadena alimenticia de aves rapaces como pueden ser los búhos, águilas y gavilanes, sin mencionar que son alimento de algunos mamíferos como grisones, tigrillos y ocelotes, etc.
En las culturas prehispánicas las serpientes fueron parte de un complejo simbolismo, fueron vistas como parte de la vestidura de los dioses; el mismo Quetzalcóatl era una serpiente emplumada, imaginen la importancia que representaban como para enaltecerla y colocarla al nivel de los dioses. Esto se debe en buena medida al beneficio que daban a los cultivos y en los almacenes de alimento, pues comían animales que solían acabar con el maíz. Entre los mayas y las culturas del altiplano central el tiempo de la serpiente en los calendarios era sinónimo de fortuna.
Trágicamente esta cosmovisión de la serpiente y su rol en el universo se vio opacada por otras creencias, perjudiciales en muchos ámbitos y actualmente continua la creencia de que son malévolas por el simple hecho de ser serpientes.
Una forma de erradicar a violencia en contra de las serpientes, en contra de los animales y en contra de las personas es abrir un diálogo, basarnos en la evidencia científica y no en las creencias dogmáticas, permitir intercambiar ideas, aceptar cuando nos hemos equivocado y permitirnos crecer en conocimientos y experiencias. En ocasiones los más valientes son las personas más pequeñas de la familia: por fortuna las niñas y los niños tienen curiosidad, ganas de aprender a través de la experimentación y muchas veces sin prejuicios. Las caritas de los niños se maravillan cuando ven un ser tan distinto a ellos, se impresionan con su tamaño.
Los adolescentes y adultos tienen distintas reacciones, pero después de describirles que no corren peligro, que Livia es bastante tolerante a los humanos y que hasta el día de hoy nunca a mordido a nadie, se animan a acariciarla. Es una experiencia nueva para muchas personas, una nueva imagen se forma en su pensamiento:las serpientes no son malas, cumplen su rol en la naturaleza y por ello hay que cuidarlas.
También existen otras personas que no miden el peligro y desean colocar a Livia cerca del rostro o en el cuello, pero debemos explicarles que por el bienestar de ambos no es prudente, no debemos olvidar que al final ella es un ser indefenso ante las personas, que puede sentirse atacada y vulnerable si acercamos su cuerpo a nuestra boca, el arma natural de muchos animales.
Los cuidados de la boa son variados, su alimentación se compone principalmente de ratones y ratas criados con salubridad y cuidado para ofrecerle un alimento muy cercano al que conseguiría en forma libre.
Livia es una embajadora importante, porque gracias a su carácter nos permite realizar una educación ambiental que genera impacto positivo en muchas personas.
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